"El confuso estruendo de Londres era como el registro de un órgano lejano"

jueves, diciembre 30, 2010

"Desvístase, por favor"

Tosía cantando, esperando a que lo notases y bailases con su carraspeo. Cuidaba cada movimiento para que te dieses cuenta cuánto te deseaba con cada uno.
Les dijo a todos y cada uno de este mundo que no se acercasen ni a tres centímetros de ti, sabiendo que pedía mucho, que eras tremendamente el polo opuesto de cualquiera, y que sería una ardua tarea. Amenazó a las almohadas con quitarles sus plumas, a las camisetas con quitarles sus mangas cortas y a los pantalones con hacerles cojos en un abrir y cerrar de ojos. Cogió tijeras para hacerse entender y ver que no era ninguna broma. Arrancó cremalleras y botones y los masticó bien para que no pudiesen defenderse ni rebelarse. Tragó unos cuantos bolsillos y se dio por satisfecha. Entonces fue a buscarte y te encontró sin ropa, sin nada claro y sin tiempo para entender por qué decía ella que no había tiempo que perder, antes de empezar a besarte.

lunes, diciembre 27, 2010

"Bailando se es feliz"

Compró su sombrero azul sólo para esa ocasión. Imaginó la escena y esperó a que la lluvia fuese torrencial para quitarse la ropa. Cuando fue así, la dejó toda encima del taburete de la esquina, y salió corriendo al jardín, al de atrás, al del paraíso de los girasoles. Burló a las ortigas y a las babosas. Engañó a los pájaros con sus canciones y chapoteó por todos los charcos de barro que encontró. Una de las veces se le cayó el sombrero al suelo, pero ágilmente volvió a hacerlo dueño de su cabello y de su alegría, y bebió la lluvia que rodaba de la frente hasta su boca. Sus miedos se fueron con los rayos de sol, sus dudas se escondieron como los grillos en la tierra y su exaltación brotó como los cuernos de todos los caracoles de aquel maldito jardín. Entonces fue cuando se dejó caer, se permitió resbalar disimuladamente, y mancharse de barro, agua y hojas secas. Aquel sí que era un buen mejunje pensó, esa era toda la ropa que necesitaba y que la haría joven, joven y mágica para siempre.

domingo, diciembre 26, 2010

"Postcards from far away"

Los días alumbrados por velas eran sus favoritos. Jugaba a quemarse las pestañas al acercarse tanto a la tentación. Aunque ella consideraba la tentación como algo delicioso y rico en remordimientos. Se mordía los labios al degustarla y abría un poco, un poquito demasiado la boca, para cogerte en el aire que volaba a dormir en sus pulmones. Y es que estaba convencida de que esas manos no se olvidan, menos todavía cuando descubres que las tienes grabadas en la piel. Sí, ella se encaprichaba en cruzar en rojo y esperar cuando ve que todo es fácil, que nadie la empuja a seguir ni a quedarse. Se sentía viva cuando pasaba un autobús a gran velocidad a escasos centímetros de su nariz. Entonces cerraba los ojos y se dejaba balancear al libre albedrío del viento. Sentía el aire y cómo su pelo se volvía loco en esos segundos, casi tan loco como ella, casi tan transparente como ella se sentía. Así fue cómo aprendió a dejarse llevar, y no con las tonterías esas que se hacen con nata y fresas en un colchón, un día de verano.

miércoles, diciembre 22, 2010

"Don't now why I didn't come"

Lo escribía una y otra vez en la pared, pero parecía que nadie lo leía. No le gustaba preparar ensalada porque se mojaba las manos al lavar las hojas de lechuga. Además le aterraba la idea de encontrar caracoles en ellas y aplastarlos sin querer al arrancarlas. No le gustaba pasar frío en los coches. Cuando fuese mayor se aseguraría de que en su coche la calefacción estuviese siempre al máximo y las ventanillas completamente subidas. Tampoco le gustaba que le preguntasen qué tal el día, quería relatar sus experiencias sólo si no la agobiaban con preguntas. No le gustaba abrigarse en casa porque tanta ropa encima la atrapaba y le impedía moverse, prefería bolsas calentitas de agua, actualizadas cada media hora. Y, aparte de todo esto, odiaba el vinagre en la ensalada.