"El confuso estruendo de Londres era como el registro de un órgano lejano"

lunes, marzo 11, 2013

"Yo te sonrío como ellas"

Lo que para unos es un desastre, para otros no tiene porqué serlo.
Se es consciente de eso, pero resulta que el ser humano es un gorrión egoísta que quiere todas las migas para sí, sin dejar nada a las palomas ya rellenitas.
La verdad es que yo me considero gorrión de fina clase, de esos que de vez en cuando reparten el pan entre las lagartijas. Lo hago porque sé que no es de su agrado, lo hago porque me dirán "No, gracias" y yo podré comerlo después.
Pero la cuestión aquí era que los seres humanos son gorriones egoístas, aunque más lo soy yo, que no puedo reconocer que el único gorrión egoísta aquí soy yo. ¿O eso no sería ser egoísta? Sea o no sea, lo soy de todas maneras, no paro de hablar de mí como gorrión, o como egoísta, o como de gorrión egoísta.
El hecho es que un desastre para esa paloma rechoncha, puede ser una bendición para mí. Así, la paloma no debería de odiarme ni guardarme rencor, no debería de ser egoísta y debería de alegrarse y sonreír con su piquito, al ver que a este gorrión le va bien la vida de pájaro.
Y lo hace, la estoy viendo, con sus patitas rotas convertidas en muñones. La veo que da saltitos con la pata izquierda y que intenta no tropezar con el hilo que tiene enredado en la derecha. 
Esa paloma me enseña sus dientes blancos y se le colorean las mejillas al sonreír.
Esa paloma es feliz viendo que yo, como gorrión, vuelo ligero y cojo gusanos, migas y caviar de vez en cuando. Yo no tengo hilos enredados en las patas y yo no soy gris, no llevo la pena de por vida en mis alas.
Lo sé y lo veo. 
Lo que no sé es por qué me veo como ella al asomarme en los charcos de agua.