"El confuso estruendo de Londres era como el registro de un órgano lejano"

lunes, julio 01, 2013

"Las raíces no siempre son zanahorias"

Te dije que te llevaría lejos, pero nadie habló en ningún momento de distancias.
Me colocaste el pelo detrás de la oreja. Me tuviste desde que dijiste que la arena estaba para bailarla y las camas para hundirse en ellas.

Así que me cogiste. Me arrancaste del suelo igual que haces con las margaritas. Me llevaste con tallo y pétalos y sépalos y sin cordura.
Me tratabas como a ellas. Me desnudabas y me quitabas besos, mil besos, preguntándome al hacerlo si te llevaría a casa o no.
He de admitir que las bocas de las otras margaritas no tenían tanta suerte.
A veces me gustaba dejar la mía quieta y cerrar los ojos. Te dejaba a tu libre albedrío por ella. Dios mío, ¿cómo no iba a llevarte a casa?
Las plantas de alrededor se quedaron inmóviles e intentaron disimular su curiosidad. Me fijé en una en concreto, en la azul. La azul era azul y envidiosa. Era azul e ira y me miraba con sus miles de ojos amarillos, esperando a ver qué hacía con tus manos en mis caderas.
Me di cuenta y te mordí, apretándote más todavía. La florecilla bufó, cerrando todos sus pétalos y encorvándose a la luna.
Entonces te moví conmigo, y empezamos a bailar al lado de ella.
Maldita azul maleducada. Nunca le bastaba con tenerme la noche anterior.

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