Les dijo a todos y cada uno de este mundo que no se acercasen ni a tres centímetros de ti, sabiendo que pedía mucho, que eras tremendamente el polo opuesto de cualquiera, y que sería una ardua tarea. Amenazó a las almohadas con quitarles sus plumas, a las camisetas con quitarles sus mangas cortas y a los pantalones con hacerles cojos en un abrir y cerrar de ojos. Cogió tijeras para hacerse entender y ver que no era ninguna broma. Arrancó cremalleras y botones y los masticó bien para que no pudiesen defenderse ni rebelarse. Tragó unos cuantos bolsillos y se dio por satisfecha. Entonces fue a buscarte y te encontró sin ropa, sin nada claro y sin tiempo para entender por qué decía ella que no había tiempo que perder, antes de empezar a besarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario