Los días alumbrados por velas eran sus favoritos. Jugaba a quemarse las pestañas al acercarse tanto a la tentación. Aunque ella consideraba la tentación como algo delicioso y rico en remordimientos. Se mordía los labios al degustarla y abría un poco, un poquito demasiado la boca, para cogerte en el aire que volaba a dormir en sus pulmones. Y es que estaba convencida de que esas manos no se olvidan, menos todavía cuando descubres que las tienes grabadas en la piel. Sí, ella se encaprichaba en cruzar en rojo y esperar cuando ve que todo es fácil, que nadie la empuja a seguir ni a quedarse. Se sentía viva cuando pasaba un autobús a gran velocidad a escasos centímetros de su nariz. Entonces cerraba los ojos y se dejaba balancear al libre albedrío del viento. Sentía el aire y cómo su pelo se volvía loco en esos segundos, casi tan loco como ella, casi tan transparente como ella se sentía. Así fue cómo aprendió a dejarse llevar, y no con las tonterías esas que se hacen con nata y fresas en un colchón, un día de verano.
"El confuso estruendo de Londres era como el registro de un órgano lejano"
domingo, diciembre 26, 2010
"Postcards from far away"
Los días alumbrados por velas eran sus favoritos. Jugaba a quemarse las pestañas al acercarse tanto a la tentación. Aunque ella consideraba la tentación como algo delicioso y rico en remordimientos. Se mordía los labios al degustarla y abría un poco, un poquito demasiado la boca, para cogerte en el aire que volaba a dormir en sus pulmones. Y es que estaba convencida de que esas manos no se olvidan, menos todavía cuando descubres que las tienes grabadas en la piel. Sí, ella se encaprichaba en cruzar en rojo y esperar cuando ve que todo es fácil, que nadie la empuja a seguir ni a quedarse. Se sentía viva cuando pasaba un autobús a gran velocidad a escasos centímetros de su nariz. Entonces cerraba los ojos y se dejaba balancear al libre albedrío del viento. Sentía el aire y cómo su pelo se volvía loco en esos segundos, casi tan loco como ella, casi tan transparente como ella se sentía. Así fue cómo aprendió a dejarse llevar, y no con las tonterías esas que se hacen con nata y fresas en un colchón, un día de verano.
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Buen texto. Toma un regalito, te gustará este disco:
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