"El confuso estruendo de Londres era como el registro de un órgano lejano"

lunes, agosto 29, 2011

"Blink of an eye"

No hay muchas formas de decir adiós, le digo, y le dije ya una vez. Fíjese: A ese, al de la gorra azul, a ese sólo le dedicaría un "hasta luego" con sonrisa de mentira. Sin embargo, ¿ve a la señora del caniche? ¿Esa que va ajustada en sus verguenzas?, pues a esa, amigo mío, le regalaría un giño de ojo izquierdo que en su vida olvidaría. De esos que convierten las boca en paraíso de mosquitos.
A la ancianita del tocado, ¡esa que taconea aun yendo sobre piedras! A esa le dedicaría una sonrisa de oreja a oreja, o de este a oeste, si convertimos nuestra faz en un relojito de esos que delatan direcciones.
Bueno y ¿qué me dice acerca del niño alemán? ¿Ese que va en triciclo a donde quiera que vaya? Aquel niño no tiene desperdicio, se lo aseguro, se lo comería usted con patatas y salsa de tomate. Menudo niño, sí señor, de buena familia, de buen ser... A ese niño le digo adiós moviendo enérgicamente la mano y levantando las cejas hasta sacarlas de la frente, enseñando todos los dientes y exagerando todo el gesto para darle toda mi felicidad.

Pero sin duda, le digo, mi mejor adiós sería para ella. A ella, con esa confianza, con esa sobervia, con ese olor a vainilla... ¿Se fijó en la manera en la que bebe el café? Me atrevo a decir, le mordería la boca después de mirarla, y le diría que no habría adiós para ella, que siempre sería un "hasta la vista". Esa sería mi despedia, y no ese aburrido beso en la mejilla.

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