Veía cómo se hundía el flequillo del pequeño y cómo burbujas compartían superficie con los barcos. No parpadeaba, dejaba a su corazón ocuparse de eso.
Masticó los últimos pedazos de barquillo y mezcló ese sonido con el del mar. Se puso en pies y pisó los pájaros que quedaban sin vida en el suelo. Desde hacía tiempo se los encontraba por el camino, ya estaba cansada de sortearlos, así que jugaba a pisarlos, como quién juega a pisar las rayas de los suelos de las calles.
Se alejó ensuciándose las plantas y moviendo las manos simulando olas, dejando atrás al sol y caminando en busca de otra estrella más grande.
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