"El confuso estruendo de Londres era como el registro de un órgano lejano"

domingo, abril 03, 2011

"Deadly"

Llegó regalando vapor al aire frío del invierno. Llegó con su gabardina marrón y botas a juego, con nariz roja y ojos en agua, con bajas temperaturas. Se detuvo delante de la puerta, de la madera, del castillo de dos cientos años y de la piedra. Sus anillos extrangularon sus dedos cuando la abrió y pensó que aquello era hermoso, algo lleno de sabiduría y de grietas con eco, algo majestuoso y tétrico al mismo tiempo. 
Caminó retumbando el palacio, ojeando candelabros sostenidos por telarañas, acongojada por cristaleras de colores fantasmales y multiformes, intactos aún con el peso de los siglos. Encontró la mesa más muerta de roble de todas las mesas: cientos de copas de cristal la cubrían, separadas entre ellas por centímetros exactos,  separadas de tal manera que se apreciase cada una de ellas y su elixir. Ella debía probarlas todas, como movida por instinto, como atraída por cantos de sirena, como dando su alma al diablo, sólo por caer y bañarse en el placer.
Cogió la que parecía estar llena de sangre y mojó los labios. Ella bebía así: se manchaba los labios y con la lengua los acariciaba, degustaba su sabor propio y el del veneno que acababa de cubrirlos. Cerró los ojos y cogió una bocanada de aire, dejándolo libre luego de forma exagerada y como disfrutando de algo plenamente satisfactorio, gimiendo casi, mordiéndose y jurando al cielo que aquello era algo bendito, algo seguramente prohibido. Cogió otra copa, esta vez una llena de cielo azul, y repitió la experiencia: gimió más fuerte, se hizo herida al morderse y cogió aire dos veces. A continuación escogió una cargada de canela hasta el borde: resopló y los limpió más de la cuenta, de forma exagerada, de tal manera que los dejó rojos y agrietados, insensibles a más placer. Temblando agarró una con timidez, y tan sólo el aroma hizo que se tuviese que deshacer de sus ropas de invierno. La acercó a su boca, tiritando de frío, despeinándose, insegura de sus manos y de lo que harían en su cuerpo si probase esa trampa para mortales, ese engaño para gente sólo como ella.

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